Símbolo de la ciudad, la Basílica de Saint-Quentin es una joya de la arquitectura gótica. Construida entre los siglos XII y XV, destaca por sus impresionantes dimensiones y su rico patrimonio artístico.
Una arquitectura impresionante
Con 119 metros de largo y 34 metros de altura, la basílica es una de las más imponentes de la región. Su mezcla de estilos románico y gótico refleja las distintas épocas de construcción. En el interior, los visitantes quedan maravillados por la belleza de las vidrieras coloridas, la magnitud de las bóvedas de ojiva y la serenidad del laberinto grabado en el suelo, que recuerda al de la catedral de Chartres.
Un lugar lleno de historia
La basílica ha resistido el paso de los siglos, sobreviviendo a guerras y destrucción. Alberga las reliquias de San Quintín, mártir del siglo III, que dio nombre a la ciudad. Una visita guiada permite conocer más sobre su historia y acceder a la cripta, un espacio misterioso y fascinante.
Con su majestuosa atmósfera y su rico patrimonio, la basílica es un destino imprescindible para los amantes de la historia y la arquitectura.